Entre el 18 de julio y el 11 de agosto de 2025, Mercurio entrará en retrogradación, un fenómeno astrológico que para muchos marca un período de caos en la comunicación, fallas tecnológicas, confusión mental, retrasos en viajes y la reaparición de asuntos del pasado. Por eso, no son pocos los que recurren a rituales de protección para sobrellevar este tránsito con mayor claridad y equilibrio.

Aunque tiene fama negativa, la retrogradación de Mercurio también es vista como una oportunidad para reflexionar, reorganizar, sanar y reconectar con uno mismo. Los rituales no eliminan los desafíos, pero sí permiten atravesarlos con más conciencia y alineación.

A continuación, tres rituales recomendados para realizar durante este Mercurio retrógrado.

Protección energética contra los efectos de Mercurio retrógrado

Este ritual tiene como objetivo crear un escudo protector contra los efectos clásicos de este tránsito: malentendidos, errores técnicos, discusiones innecesarias y desequilibrios emocionales. También promueve la claridad mental y la estabilidad energética. Se sugiere hacerlo al inicio del período de retrogradación.

Elementos necesarios:

- Una vela azul

- Un cuarzo transparente o amatista limpio y cargado

- Un puñado de sal gruesa

- Un vaso con agua

- Una hoja de laurel

- Un cuenco pequeño

Pasos:

- Buscar un espacio tranquilo para realizar el ritual.

- Armar un pequeño altar: colocar la vela azul en el centro; la sal en el cuenco a la izquierda; el vaso con agua a la derecha. Delante de la vela, disponer el cristal y la hoja de laurel.

- Encender la vela y decir:

“Invoco la protección de la luz, que me envuelve, me guía y me mantiene centrado ante los desafíos del ciclo de Mercurio retrógrado. Que mi mente sea clara, mis palabras conscientes, y mi energía estable.”

- Tomar el cristal entre las manos, cerrar los ojos y visualizar una luz blanca o azul brillante envolviendo el cuerpo.

- Pasar la hoja de laurel por el cuerpo como si se barriera la energía, concentrándose en la cabeza, el pecho y las manos.

- Dejar que la vela se consuma completamente (con supervisión). Llevar el cuarzo consigo durante todo el retrogradado. Cambiar el agua cada tres días. Si se desea, repetir el ritual para reforzar la protección.

Limpieza energética para cortar interferencias

Este rito es útil para disolver bloqueos mentales y liberar la energía acumulada por conflictos, pensamientos repetitivos o estrés. Ayuda a restaurar la claridad y el foco.

Materiales:

- Sal gruesa

- Una vela blanca

- Incienso de lavanda o ruda

- Agua con unas gotas de vinagre

- Un recipiente hondo

Procedimiento:

- Preparar un ambiente tranquilo. Si es posible, apagar los dispositivos electrónicos.

- Colocar la vela blanca y el incienso sobre una mesa. En el recipiente, mezclar agua, una cucharada de sal gruesa y unas gotas de vinagre.

- Encender la vela e inhalar profundamente tres veces.

- Sumergir las manos en el agua salada durante dos minutos, visualizando cómo se disuelven las energías negativas.

- Al finalizar, desechar el agua (puede ser en la tierra o por la cañería) y lavarse las manos con agua limpia. Dejar que la vela se consuma bajo supervisión.

Revisión de vínculos pasados

Durante Mercurio retrógrado, es común que reaparezcan personas del pasado o heridas emocionales no resueltas. Este ritual busca cerrar ciclos, perdonar y soltar vínculos tóxicos o pendientes.

Qué se necesita:

- Papel y algo para escribir

- Una vela rosa o violeta

- Un recipiente de cerámica o metal para quemar papel

- Hojas secas de laurel o romero (opcional)

Cómo realizarlo:

- Elegir un lugar privado y sin interrupciones.

- Encender la vela y escribir en el papel todo lo que aún pesa emocionalmente con esa persona: enojos, culpas, situaciones no resueltas.

- Finalizar el texto con: “Te libero y me libero. Gracias por lo vivido.”

- Quemar el papel en el recipiente con cuidado, visualizando cómo esa energía se transforma. Si se desea, añadir al fuego unas hojas de laurel o romero.

- Dejar que la vela se apague sola. Las cenizas pueden enterrarse, arrojarse al viento o al agua corriente como símbolo de liberación.